Como se muestra en los dos gráficos,
así quedaron compuestas las Cámaras Legislativas del Congreso cuando
asumieron el 10 de diciembre de 2011.
Con algunas modificaciones debido a pases de algunos Legisladores a otro partido diferente del de origen, resumo qué debería suceder para que el oficialismo y sus aliados puedan, por un lado, mantener la mayoría en ambas Cámaras, pero además, las bancas que deberían conseguir para aspirar a reformar la Constitución.
Con algunas modificaciones debido a pases de algunos Legisladores a otro partido diferente del de origen, resumo qué debería suceder para que el oficialismo y sus aliados puedan, por un lado, mantener la mayoría en ambas Cámaras, pero además, las bancas que deberían conseguir para aspirar a reformar la Constitución.
En general, se podría imaginar una excelente elección
de medio término si se obtiene un 45% de votos. Pero la pregunta que debe
responderse es si eso alcanzará al oficialismo para considerarlo un triunfo.
Hoy, en Diputados, el kirchnerismo posee alrededor del
53% de las bancas ya que tiene 116 bancas de diputados propios, que llegan a
136 considerando habituales aliados de otras fuerzas menores.
Para llegar a los dos tercios para poder reformar la Constitución e imponer una eventual
segunda reelección presidencial, el oficialismo y sus aliados deberían renovar las 51 bancas que pondrán en juego
en las elecciones y sumar otras 36.
Para alcanzar ese número, el oficialismo debería
reunir no menos del 55% de los votos válidos en la elección de octubre. El
problema para alcanzar ese porcentaje radica en las dificultades que el mismo
exhibe en los cinco distritos que reúnen a algo más del 70% del electorado:
Buenos Aires, CABA, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
En el Senado, el oficialismo posee 32 senadores y seis
aliados, equivalentes al 52,7% del cuerpo. Para obtener los dos tercios,
precisaría renovar las 13 bancas que expondrán el FPV y sus aliados en octubre
y sumar 10 de los 11 senadores restantes que serán elegidos. Un objetivo
prácticamente imposible.
Si sumamos y restamos, es difícil pensar en una
reforma constitucional y en una reelección que, por otra parte, es rechazada
por alrededor de dos tercios de los argentinos, según todas las encuestas.
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